jueves, 4 de diciembre de 2014

Pero, a largo plazo, el alcohol también afecta a tu cerebro…

El alcohol inhibe poco a poco muchas de las funciones a nivel cerebral. Afecta a las emociones, los procesos de pensamiento y el juicio. A medida que pasa el tiempo puede alterar el control motor, produciendo reacciones más lentas, pérdida de equilibrio o problemas al hablar. Altera asimismo la acción de los neurotransmisores modificando su estructura y función, produciendo con ello múltiples efectos: pérdida de la coordinación muscular, temblores, alucinaciones, retardo en los reflejos, etc. Provoca alteraciones en el sueño, problemas de memoria, y disminuye la capacidad de concentración y las funciones motoras. También provoca lesiones de las células cerebrales y de los nervios periféricos de forma irreversible. Disminuye los niveles de vitamina B1, lo que puede llevar a padecer la enfermedad de Wenicke-Korsakoff, que altera la memoria de la persona, así como sus pensamientos y sentimientos.



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