En la prehistoria, el descubrimiento
de las bebidas alcohólicas fue casual, al asociarse la recolección
de fruta y su fermentación con los efectos euforizantes de su
ingesta. Surgieron así bebidas como el aguamiel o hidromiel, que se
utilizaría también como alimento o instrumento chamánico. Más
tarde, en la antigüedad greco-latina, la importancia del vino fue
tal que a él se consagró el dios Dionisos o Baco, al cual se
veneraba con las célebres bacanales romanas.
Fuente: Pascual Pastor, F. (2007), “Aspectos antropológicos
del consumo de bebidas alcohólicas en las culturas mediterráneas”,
Salud y drogas, vol. 7, núm. 2, pp. 249-262. Disponible en
internet:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=83970203
La bacanal de los andrios (Tiziano)
http://www.cosimodemonroy.com/wp-content/uploads/2013/01/Bacanal-de-los-Andrios-Tiziano.jpg
En nuestra cultura, este dios del vino ha llegado incluso a
simbolizar “lo impulsivo, lo excesivo, lo desbordante, la
afirmación de la vida, el erotismo y la orgía como culminación de
este afán de vivir”. Así nos lo presenta el filósofo Nietzsche,
que lo contrapone al dios Apolo, representación de “la serenidad,
claridad, la medida y el racionalismo”.
http://www.filosofia.net/materiales/filosofos/nietzsche/pensa.htm#2
http://www.filosofia.net/materiales/filosofos/nietzsche/pensa.htm#2
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